Mirar a Pipiola es como sentir en tu propio cuerpo el sufrimiento que ha pasado… o, al menos, imaginarlo.
Casi sin piel y delgada hasta el extremo es como nos llegó Pipiola gracias a que un ángel se la encontró vagando por el campo.
No sabemos los días que estuvo a su suerte, bueno, por no saber no sabemos ni su edad exacta porque ni rastro de su chip.
¿Quizá fue la típica perra de campo a la que abandonaron porque apareció una enfermedad en su piel? Quien sabe…. lo que sí podemos aventurarnos a afirmar es que hay que tener un corazón bastante deteriorado para que te de igual lo que le ocurra a quien deberías considerar un miembro de tu familia.
¡Cuánta crueldad hay detrás de Pipiola!
Lo bueno de esta historia es que, una vez más, nos damos cuenta de que ellos no guardan rencor y siguen amándonos a pesar de todo. Y es que Pipiola es tan cariñosa, tan simpática, tan buena… que hasta te transmite alegría a pesar del estado en que se encuentra.
Esta perrita es un 10, por lo que se merece una familia al mismo nivel que ella y estamos seguros que se adaptará a la que sea.
Imagínate, de estar vagabundeando a su suerte, sin comer, pasando frío y soportando lluvias, a estar en un hogar, tranquila, calentita y recibiendo amor…. ¿sabes cuánto te lo agradecerá?